El Hogar El Atardecer
A principios de la década del 80 comenzó a manifestarse el deseo de las expresiones religiosas evangélicas y protestantes, de avanzar hacia una iniciativa conjunta para poner en funcionamiento un hogar para ancianos.
La propuesta había surgido de la Liga Femenina de las Iglesias Reformadas de la Argentina.
De tal forma el 4 de noviembre de 1982 se acuerda avanzar al respecto al punto que en 1985 se resuelve la compra del terreno correspondiente y además se dispone que el nombre fuera “El Atardecer”.
En el proceso, varias de las expresiones religiosas representadas fueron abandonando el proyecto, por razones diversas, hasta quedar solamente las correspondientes a las colectividades holandesa y danesa.
De manera que fueron realizándose consultas y reuniones hasta que se resolviera dar forma institucional a la idea.
Sería en octubre de 1988 cuando se realizó una asamblea, con 63 concurrentes, que luego serían socios fundadores, y se constituyó la primera comisión presidida por Margarita Mulder, de la colectividad holandesa.
Se acordó que las presidencias serían alternadas, aún cuando hubo períodos en que se repitieron las titularidades con acuerdo de ambas partes.
De tal modo la señora Lilia Lindstron de Pedersen la ejerció entre 1991 y 1993; Roberto Albertsen entre 1995 y 2003; Oscar Laurlund entre 2005 y 2007; Susana Zubiría entre 2009 y 2011; Nancy Knudsen entre 2013 y 2015; Elena Olsen entre 2017 y 2019 y actualmente es titular Mónica Vassolo.
En mayo de 1991 se inicia la construcción del edificio de 1400 metros cuadrados sobre un terreno de dos hectáreas y media con frente a la avenida Caseros.
Los planos fueron confeccionados por los arquitectos Pablo Frandsen y Ana Slobodian, y la dirección de obra a cargo del ingeniero Horacio Risso.
La construcción no estuvo a cargo de solo una empresa y hubo momentos de cierta inactividad en relación con cuestiones de financiamiento.
Los detalles del proceso fueron contados por el señor Roberto Albertsen, cuyos conceptos se reproducen y que permiten ahorrar mayores comentarios.
Como directoras del establecimiento se cuentan Norma Knudsen y actualmente Alejandra Madsen de Ferro.
Además actuaron como directores médicos Jorge Becutti y Anahí Elcuaz. Actualmente lo hace la doctora Susana Calvete.
Filosofía y aportes
Desde el principio se acordó que el establecimiento debía responder a pautas muy concretas y no constituirse en un depósito de personas.
De tal forma se impulsó el libre acceso en todo momento, la elaboración de comida casera, el sostenimiento de los vínculos familiares y un desenvolvimiento con mucho afecto.
Se fue consultando las preferencias de los internos, y de tal modo se privilegió la construcción de unidades individuales, aún cuando originalmente se pensaba en espacios compartidos.
Se descartó la remodelación de alguna construcción ya existente y de tal manera se afrontó la obra totalmente nueva, que según se reconociera oficialmente, fue la única con esa concepción que se hacía en décadas en el país.
Para afrontar la inversión, las comunidades holandesa y danesa generaron iniciativas diversas de recaudación de dinero, por separado y posteriormente de manera conjunta.
Como este trabajo se refiere a los daneses, haré referencia solamente a ellos, lo que no significa ignorar o desconocer todo lo realizado por los holandeses.
En ese sentido puede destacarse el trabajo y compromiso puestos de manifiesto por la señora Lilia Lindstron de Pedersen recorriendo campos en busca de aportes en dinero o kilos de cereal.
De alguna manera eso fue reconocido cuando se la invitó a poner la primera palada de cemento en la estructura basal.
Las damas de la colectividad aportaron donaciones de porcelanas danesas, muebles, etc para la conformación de “casas de antigüedades” y la venta abierta al público interesado.
El primer dinero recaudado se destinó a la instalación de un molino de manera de contar con posibilidad de riego para el cerco perimetral.
También se gestionaron y lograron apoyos económicos de empresas y fundaciones dinamarquesas.
El abuelito
En el relato de Albertsen menciona aportes realizados, entre otros muchos, de un danés empresario del calzado que él lo apoda “el zapatero”, pero que entre los promotores de la obra se lo conocía como “el abuelito”.
Ranholdt Fredericksen de manera casual conoció en un viaje en avión a Fanny Skou de Guisasola.
En la charla esta le comentó que los daneses de esta zona en varios casos se hospedaban en el Hogar de la Sociedad Damas de Beneficencia.
Espontáneamente aquel comenzó a enviar ayuda de distinto tipo para mejorar las condiciones de la estadía.
Luego, cuando fue informado sobre el emprendimiento de El Atardecer, comenzó a colaborar—y de manera muy considerable—en dinero y elementos.
De tal manera envió el mástil central que se encuentra instalado, de 11 metros de largo, además de las banderas danesa y argentina de dimensiones acordes.
Al ser advertido que se trataba de un trabajo conjunto con la comunidad holandesa, luego remitió la bandera correspondiente.
En la colectividad se lo recuerda de manera muy especial.
Fotos aportadas por Aldo y Susana Bidan y Sonia Pedersen


















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